Vivimos en una sociedad en la que, por desgracia, estamos acostumbrados a despertarnos con la hora justa y dedicar el tiempo mínimo a desayunar, siendo muchas veces un café con leche y unas galletas, magdalena o en el mejor de los casos, una tostada pequeña con un poco de aceite.

Como introducción, me gustaría destacar que cuando realizamos la ingesta de alimentos y entran en nuestro organismo, sus efectos metabólicos y su conversión en energía, músculo o grasa dependen del entorno metabólico y hormonal que predomina en el momento del consumo.

Por ello hay que destacar, que durante las mañanas prevalecen las hormonas que convierten los alimentos en energía y regeneran la masa muscular. Esto es así porque, en este momento del día, nuestro organismo está controlado por el cortisol, y es el que se encarga de convertir las proteínas en energía. Debido a este proceso que sucede, las proteínas (que podemos obtener del queso, leche, pollo, atún, huevos….) ingeridas en este momento del día, sufren las modificaciones pertinentes que las convierten en masa muscular y energía, colaborando además con el mantenimiento constante de los niveles de glucosa (de los que ya hablamos un poco en el post sobre el índice glucémico) a lo largo de muchas horas. Este efecto es positivo para preservar la masa muscular, incrementa nuestra concentración mental, evita la sensación de hambre por muchas horas, aumentan la temperatura corporal y aceleran nuestro metabolismo mucho más que cuando son ingeridas por la noche. Esto facilita que el resto del día consigamos evitar también el modo almacenamiento de grasas.

La glucosa sanguínea es el único combustible utilizable por el cerebro. Es por eso que, gracias a las proteínas que ingerimos en el desayuno, mantenemos los niveles de glucosa estables haciendo que podamos mantener esa  concentración mental adecuada, aumentemos nuestra memoria y la capacidad de razonamiento. Al tener una adecuada disponibilidad de glucosa el cerebro no necesitará activar sistemas de emergencia para obtenerla de otra fuente y se puede dedicar completamente a sus funciones intelectuales.

Adicionalmente, las proteínas actúan directamente en el cerebro desarrollando la adrenalina y la dopamina cerebral, generando una mejora en nuestra capacidad de razonamiento así como las habilidades del aprendizaje que en las horas de la mañana resultan muy oportunas.

Otra de las ventajas que tiene el desayunar de forma correcta es, que la inducción metabólica de las proteínas facilita que adelgacemos comiendo mucho. Pudiendo incluir en nuestra dieta todos los alimentos necesarios para tener energía y para controlar el hambre, así como los nutrientes necesarios para elevar la serotonina y controlar la adicción a los carbohidratos. Al acelerar el metabolismo y controlar el hambre y la adicción, evitamos esa necesidad que generalmente tenemos de «picar algo» a lo largo del día.

Así que ya sabéis, si todavía sois de los que desayunáis un café y un par de galletas, comenzad a cambiad este hábito y el resto se os hará mucho más sencillo :). Una de las maravillas de vivir sano es la de disfrutar al completo de todas las comidas que se realizan y no pasar hambre nunca.

Fuente | Dietayrutinafitness.com

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